El
sol de la mañana aún no ha despertado y tú ya comienzas el día. Realizas, como es costumbre, tu ritual; ese
que penosamente te acompaña desde hace ya tanto tiempo…,¡demasiado tiempo!…y,
entonces, sales a la calle.
Comienzas otra jornada -frustrante y
tediosa-, en un trabajo que te anula, que te limita.
Tú, que soñabas con la libertad que
da el sentir el viento en el rostro
cada día; sin ataduras…, sin imposiciones, hoy te miras al espejo advirtiendo mareas
de emociones contenidas y reflexionas -¿cómo has llegado hasta esto?-.
Y así, como por inercia, transcurre
tu día.
A ti, cartero de profesión por caprichos del destino -ese que para
muchos, porta noticias de sueños e ilusiones cumplidas-, hoy te queda tan sólo anhelar aquella vida de aventuras y libertad.
Esa
vida que, no obstante negarte a reconocerlo, sigues esperando encontrar, tal
vez… al doblar alguna esquina.
Bien resuelto este micro. Sencillo pero creíble, es fácil acercarse a los sentimientos de este cartero porque traslucen verdad. Lenguaje efectivo. Nada más. Buen trabajo en una segunda persona narrativa complicada de llevar.
ResponderEliminar