Margarita y Sara caminaban por el centro de la ciudad dadas
de mano. Ellas, madre e hija, habían ido
para hacer unas compras de última hora ya que esa noche celebrarían el quinto
cumpleaños de la niña.
Dados los últimos acontecimientos del país en aquel momento,
donde se hablaba mucho de robos de niños para sacarle los ojos y venderlos o,
no sé si peor o mejor, violarlos, matarlos, Margarita apretaba de tal forma la mano de su hija, en medio del
tumulto de gente, que ésta la seguía renuente, escapándose en cuanto podía para
ver los juguetes en los escaparates en medio de un embeleso.
La madre, cansada de tirar de la niña o de correr tras ella,
le dijo: Sara, como te vuelvas a soltar
de mí, te cojo y te cuelgo. La niña no
volvió a soltarse, asustada.
Cuando llegaron a casa, Sara le pregunta a su mamá muy seria:
mamá, ¿cómo se cuelgan las niñas? ¿se traban con pinzas?
Una anécdota convertida en microrrelato. Muy bien. Vas directa a ella, sin rodeos y eso funciona muy bien. Buen trabajo
ResponderEliminar