Y de repente, lo veo claro.
Han pasado ya mis
años de niña buena; también aquellos otros de adolescente
tímida, apocada.
Ahora, después de cabalgar a lomos de bestias hirientes, me
desnudo de
ideas absurdas que sólo me atenazan.
Ahora escribo, no por saber, más bien para aprender. Cuando
leo a grandes
escritoras, me meto en su piel y en sus líneas, a ver si,
con suerte, algo me
salpica.
Y conozco con ellas el goce de poner en papel la ternura de
una mirada y el
dolor de una despedida, una tormenta en el mar y unos
caballos
relinchando.
Así, cada día; amasando vivencias y desmigajando sueños y
aventuras por
llegar. Con un lápiz, con un papel. Y con cualquier
escenario de fondo.
Así vamos, aprendiendo.., cada vez más de la mano con la lucidez que da lo vivido y aprendido. Pero ojalá, al menos sobre el papel, nunca dejemos de soñar…
ResponderEliminar