Unas veces en el mar, otras veces en la
tierra; un puñadito de piedritas se me escapaba. Intentaba afanadamente
retenerlas, pero algunas siempre acababan
por deslizarse entre mis dedos.
Un aciago día causó que mi esencia comenzara
a enrojecerse de lágrimas castigadas por un resquemor intenso; entonces, ya no
se trataba de un puñadito; sino de un puñado.
Mi silueta es ahora la que se estremece
por un ardor penumbroso, que se solidifica en mis doloridas entrañas;
aumentando así, y de forma alarmante, el número de puñados de piedritas que se
me escapan.
Una acaricia fría y lúgubre ha provocado
mi desplome, la oscuridad me invade, ya no me siento.
Prosa poética rubricada por imágenes metafóricas que, como en la poesía, invitarán a cada lector a irse por distintos caminos interpretativos. En ese sentido, yo entiendo que esas piedras son absolutamente figuradas y busco significados más allá de la literalidad.
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