Por culpa de
aquellas vacaciones, Pedro dejó de hablarle a José Manuel durante una larga
temporada. Todo empezó en verano, que
fue cuando se reunieron todos los amigos en el pueblo para pasar juntos las
vacaciones, ya que el resto del año lo pasaban estudiando en la ciudad.
Como cada
año, planificaron lo que podían hacer el tiempo que compartirían juntos aquel
verano. Montar a bicicleta para recorrer
los lugares más cercanos o subir a la parte más alta del monte, para luego
deslizarse monte abajo, sentados sobre un cartón grueso…y muchas cosas
más. Así lo habían hecho siempre, año
tras año, hasta llegar a la adolescencia.
A José
Manuel se le ocurrió organizar un viaje con el fin de que fueran unas
vacaciones diferentes, con un destino exótico, asiático, por ejemplo.
Viajaron y,
al llegar al hotel, dejaron las maletas en sus habitaciones para empezar su
ruta turística. Cogieron los carritos que
utilizan los turistas para trasladarse.
El recorrido no resultó muy agradable pues les cayó una tromba de agua y
se vieron obligados a regresar al hotel para descansar.
Ninguno de
ellos hubiese imaginado lo que iban a encontrar, ¡qué horror!. En la habitación había ¡cucarachas!. Pedro miró a José Manuel.
-¡No me puedo creer lo que nos está pasando! –le dijo
-Pedro, yo lo
he hecho con la mejor de las intenciones, si ha salido mal ¿qué más da?
Tras dar las
quejas en la recepción del hotel, decidieron ir a comer algo, aprovechando que
había amainado la lluvia. Encontraron un
bonito puesto de comida típica muy cerquita y se animaron a picar diferentes
delicias del lugar.
A la mañana
siguiente, todos y cada uno de los chicos amaneció con vómitos y diarreas,
excepto José Manuel.
-¿Por qué
habré aceptado yo el plan de vacaciones de José Manuel? –se preguntaba, cada
vez más enfadado, Pedro.
He de darle la razón a Pedro, al hacerse esa pregunta final, aunque, también es verdad que José Manuel tampoco imaginó que las cosas saldrían tan mal. Has manejado bien ese título impuesto.
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