Soñó con ser
escritor y se quedó a las puertas de una editorial, aunque como portero,
claro. Eso no le impidió seguir
escribiendo. Camilo observaba todo lo
que sucedía en su trabajo. Así fue como creyó
descubrir, a través del cristal, como era
su jefe, al ver como aquel hombre
sacudía a su secretaria con extrema rudeza.
Se quedó de piedra. Había
escuchado los gritos desde lejos y corrió por el largo pasillo buscando de dónde
venían los alaridos de aquella chica. Al
llegar, su asombro fue aún mayor, al percatarse de que era una mujer de
cabellos dorados sentada en una silla de ruedas. Tal fue su impacto, que no se podía mover.
Hasta el
portero llegaban los aplausos y recibió un abrazo de felicitación casi sin notarlo. No entendía qué era todo aquello.
-¿Qué es lo
que está pasando? –preguntó en pleno desconcierto,
-Querido
Camilo, hemos escenificado el principio de tu Pasión, cambias el inicio y
publicamos tu novela –le explicó el jefe.
Buen giro el que diste a este inicio impuesto. La propia pasión se convierte en una novela, lo cual significa que es principio y fin de la historia. Muy bien.
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