Laura se
levantaba muy temprano todos los días para ir al trabajo. Aquel día preparó café como siempre, ésta vez para ella y el esposo,
que parecía no iba a salir aquella mañana.
Como su marido estaba en casa, aprovechó la ocasión para no levantar tan
pronto al niño, sin embargo, él se adelantó a explicarle que no lo podría
cuidar porque iba a estar ocupado en un asunto con su amigo Pancho.
Pancho era
un vecino que tenía un camión de mudanzas con el que se ganaba la vida y el esposo
de Laura ocuparía su día libre en ayudarle.
En aquellos días, ella había notado algo raro entre el esposo y su amigo,
una especie de secretismo extraño, por
eso le preguntó qué era aquello que tenían que hacer. Él, con una sonrisa en los labios, le
respondía que era una sorpresa.
-Vete
tranquila al trabajo y cuando regreses, te digo –le dijo.
Laura se fue
preocupada y ese día hizo todo lo posible por regresar más temprano que nunca
del trabajo. Y lo hizo. Llegó antes de la hora acostumbrada.
Se llevó una
enorme sorpresa. Al llegar, se encontró
con todos los muebles en la puerta y cajas por todos sitios.
-¿Esto qué
es? .-le preguntó Laura a su esposo
-Rápido, nos
vamos a mudar, ya viene Pancho con el camión para cargar todo.
-Pero…¿dónde
vamos? -Preguntaba sin cesar, llena de
asombro
Sólo cuando
llegaron a las puertas de un edificio altísimo, de unos dieciocho pisos, el
esposo le habló de la sorpresa. Había
buscado trabajo en muchos sitios pero en todos le decían que era mayor, que el
único trabajo que podía realizar era el de portero y limpieza. Había aceptado y allí estaban.
-Yo no sé
limpiar pero tú me vas a enseñar, ¿verdad mi amor?
La respuesta
fue sí y allí se quedaron durante muchos años, poniendo pasión y entusiasmo en
las labores diarias.
Algo después
de instalarse en el alto edificio, supieron que estaban reestrenándolo pues hacía
diez años que se había caído, a causa del terremoto del año 1968.
Relato nacido de la propia vivencia; esa autenticidad se siente y se valora.
ResponderEliminar