Un día,
encontró una caja de zapatos vieja, dentro de la cual había varias agujas para
hacer crochet. Hacía ya mucho tiempo que
no las usaba. Estaban muy atrás los años
en los que hacía uso de ellas para confeccionar cojines, colchas, cogederas,
suéteres, juegos de pañitos y bolsas de pan para la cocina, o aquellos otros,
más elaborados, para poner de adorno sobre las mesas y otros muebles.
No estaba
segura si recordaría cómo hacer
cadenetas y otros puntos más complicados, sin embargo, cogió una de ellas, un
pequeño ovillo de hilo y empezó a trabajar.
En el intento, se descubrió de pronto, haciendo cadenetas, puntos y
vueltas como en los viejos tiempos y se alegró mucho al comprobar que no los
había olvidado.
Tomó la
decisión de intentar hacer cosas otra vez.
Ahora tenía varios nietos y con ellos una hermosa motivación para poner
a trabajar a la aguja y a su imaginación, para hacerles regalos.
Haber
encontrado aquella caja de zapatos, desde luego, le había hecho muy feliz.
Buen comienzo en nuestro taller con este sencillo y emotivo relato, donde el encuentro con un aparente objeto sin importancia, otorga nuevas alegrías y motivaciones.
ResponderEliminarBienvenida Berna.
ResponderEliminarTe felicito y animo a tejer historia como esta, mucho éxito.