Me pasé el verano caminando
por el campo, a veces sola y a veces acompañada. En uno de los paseos solitarios, quise
satisfacer mi curiosidad y descubrir de donde venía un olor que ya había
sentido al pasar por allí. Observando vi
que aquel aroma venía de un huerto cercano sembrado de manzaneros. Las manzanas estaban maduras, algunas ya
caídas. Descubierto el origen de aquel
olor, sigo paseando por allí todos los días, oliendo y disfrutando de la visión
de esas manzanas tan bonitas.
Bonitos paseos los tuyos, en contacto directo con la naturaleza y sus regalos. A mi también me encanta el olor a manzana.
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