Siempre se
dice que los niños no vienen con un folleto de instrucciones pero, la intuición
debería servir en estos casos.
Todos hemos
visto orugas en los jardines y sabemos que, a través de una metamorfosis, de
ella saldrá una hermosa mariposa. Si
esto es tan comprensible, ¿por qué los padres, a veces no esperamos y queremos forzar esa transformación en
nuestros hijos?
Mi vecinita
siempre fue muy tímida pero, era muy bonita, suave y delicada. Recuerdo que sus padres la llamaban Mariposa
aunque la bautizaron con otro nombre.
Siempre le decían Nuestra Mariposa.
Pues bien,
era tanto lo que apuraban a esta niña para que fuese perfecta en todo que, le
exigían las mejores notas, que destacara en los actos del Colegio, que aceptara
el mejor trabajo, el más remunerado…
Tantas
presiones pasaron factura y mi vecinita no se atrevió a casarse por no
defraudar a sus padres pues supuso que ninguno de los candidatos sería de su
agrado. Se notaba su tristeza y la
mariposa, aparentemente, se metió otra vez en la oruga.
Pasaron los
años y un buen día, la encontré en un Centro Comercial. La ví primorosamente arreglada y con un
brillo de felicidad en los ojos, me dijo:
-¿Sabes?,
dejé mi aburrido trabajo, no rindo cuentas a nadie. Me siento dueña de mi destino. Ahora canto en un grupo de jazz y ¡cómo lo
disfruto!.
Definitivamente,
las mariposas cantan.
Cantan, cantan. Este relato, también. Bonita parábola que nos transmite una lección de vida, con música de fondo.
ResponderEliminarAlicia me encanta como cantaron .Felicidades. Lolita
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