Hoy me
levanté sin ganas de hacer nada, ¡con todas las cosas que tenía que
hacer!. Para que se te quite la flojera,
pensé, lo mejor es coger un libro e irte al parque. Así lo hice.
Por el camino, decidí no ir al parque sino quedarme en El Tranvía
leyendo un libro que me gusta mucho. Sin
darme cuenta, había llegado a la terminal.
Volví a marcar el ticket para volver de regreso a mi casa. Durante el trayecto de vuelta, vi entrar al
tranvía a un hombre muy elegante, vestido con gabardina y sombreros
negros. Me sorprendió que estuviera
vestido como el protagonista del libro que estaba leyendo.
Al llegar a
casa, la pereza ya se había ido y empecé con muchas ganas mi lista de tareas.
La lectura de aquel libro, el recorrido en el tranvía y la experiencia de haber
visto a aquel hombre que parecía salido de mi libro, me había llenado de
energía.
Bonita historia, que certifica el efecto sanador y reconstituyente de algunos libros.
ResponderEliminarNada mejor que leer para conectarse con el mundo y con las ganas de vivir.
ResponderEliminarFelicidades me gusta mucho tu relato
ResponderEliminarmuy bueno este relato.
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