Desde la
terraza que sirve de contraluz, se ve el vertedero de basura y por el quicio de
la puerta, se cuela un hedor maloliente.
Pili empieza a sacar fotos a todo bicho viviente que ve desde su
posición tras la ventana: una rata, dos gatos, un viejito que abre las bolsas
de basura acumuladas, al impresentable que las tira desde la azotea. No se cansa de decir, a viva voz, que todo lo
que ha fotografiado saldrá en la prensa.
Una calle
más abajo, mi amigo Moy tiene alborotado a todo el vecindario. Está plantando flores entre los árboles que
tiene en la acera frente a su negocio y además, anima a todos a seguir su
ejemplo.
En la casita
de al lado del bar de Moy, vive mi amiga Mercedes. Ella se pega el día entero en la permanente
vigilancia de las macetas con plantas que tiene en sus ventanas y en
consecuencia, discutiendo con todo aquel que se acerque a ellas para
quitárselas
-¡Señora,
deje eso!
Yo observo
todo esto desde mi terraza y aunque hoy todo es…¡puro disloque!, me encanta el
transcurrir del día a día.
¡Qué bonito retrato de una mañana cualquiera en un barrio cualquiera por los que la gente llana y sencilla, ve pasar sus días! Me ha encantado.
ResponderEliminarBonita descripción de un día cualquiera. Con una narrativa amena y dirigida a toda clase de público que tiene como hobby la lectura. No dejes nunca de escribir, hace que seas, como persona, más especial. Enhorabuena. Pili.
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