Cuando una amiga se va,
deja un vacío grande, difícil de superar y llenar. Pero, cuando en menos de dos
meses desaparecen tres amigas, lo que se
deja es un socavón que, por más que lo intentes, siempre quedará abierto.
No quiero ponerme
triste al recordarlas, quiero evocarlas alegres, guapas, vitales, con su gran
sentido del humor y su amor a la vida.
Al comparar una con
las otras, es sorprendente que, procediendo de tres islas distintas, tuvieran
tanto en común.
Las tres poseían una
gran vitalidad y alegría de vivir, eran coquetas y presumidas. Sobre todo, eran
dueñas de un gran sentido de la responsabilidad como trabajadoras; grandes
madres, lo daban todo por sus hijos. Les gustaba la vida y disfrutaban de ella
plenamente.
Sabían que iban a
morir y se enfrentaron a la muerte con gran valor, coraje y rabia.
Creo firmemente en la
vida después de la vida. Estoy convencida de que, después de nuestro paso por
esta vida, ¡que es un minuto en la eternidad!, pasamos a otro plano espiritual
donde somos más conscientes porque recuperamos nuestra conciencia al cien por
cien.
Espero, en el futuro,
poder coincidir en el espacio y tiempo con ellas. Con la herreña, contemplaré
la gran obra de Dios, todos los seres vivos, animales, plantas, la tierra y sus
paisajes y nos recrearemos en su grandeza, dándole gracias.
Con la gomera, bailaré
y cantaré los cánticos de nuestra tierra
y haremos un gran recorrido por todo el mundo, rescatando lo mejor de cada
sitio; lo pasaremos muy divertido.
Con la de Tenerife,
definiremos juntas el concepto de Dios y su creación máxima: el hombre a su
imagen y semejanza. Haremos el recorrido por Barcelona, el que nunca pudimos
hacer. Y sobre todo, iremos a la catedral de Santa María del Mar para
disfrutar, como niñas, de esta gran obra de la cristiandad.
Aprenderemos mucho
juntas y disfrutaremos todo lo que, en vida no, pudimos hacer.
Gracias amigas por su
amistad.
Sobran los comentarios ante un homenaje a la memoria de tres amigas que se fueron; sólo puedo emocionarme junto a ti y darte un abrazo y, aprovechar la ocasión, para darte las gracias por tu amistad. Un beso, Esther
ResponderEliminarEmotivo y sincero relato, desde el corazón; honrando la memoria de tus queridas amigas con una perspectiva muy vital. Te deso lo mejor de la vida. Un fuerte abrazo. Roberto.
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