Desde pequeña oí
diferentes idiomas y conocí disímiles costumbres, ¿por cual me decantaré?, me
preguntaba. Decidí, finalmente, tratar
de tomar lo mejor de cada una.
Recuerdo ese
maravilloso clima donde me crie, siempre primaveral y cómo me gustaba tomar sol
en la playa, hasta que un compañero me hizo notar que parecía que lo tomaba a
través de un colador.
Cuando cumplí 15 años
todos festejaron en casa que ya era casi una señorita, así es que, con un
dinerito ahorrado, fui a la farmacia de la esquina y me compré mi primer lápiz
labial, el de color más intenso que me mostraron, y buena reprimenda que
recibí, nunca supe por qué, pues si era mayor para unas cosas ¿por qué no para
otras?. Pero como seguía empeñada en estar guapa, volví a la farmacia y compré
glicerina que mezclé con jugo de limón y así, toda embadurnada, en las noches
soñaba que se me quitaban las benditas pecas. Y como mi pelo se empeñaba en no
amoldarse, me agarraba los rulitos con cerveza. Cundo un día llegó un
enamoradito a visitarme, salió disparado pensando sabrá Dios qué de mi salud
mental.
A veces quisiera pedirle al tiempo que vuelva pero
no, porque dicen que los años más duros en la vida de una mujer son entre los
10 y los 70 años y a mí me falta lo mejor.
Sin duda, Alicia. Eres maravillosa y es una delicia compartir espacio y vida contigo, nuestras tardes de los jueves, donde jugamos a seguir siendo jóvenes llenas de ilusión por saborear lo bueno de la vida.
ResponderEliminarOriginal y divertido !! con esa imaginación que se desborda en cada relato, un abrazo.
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