Sucumbir a un deseo, casi a oscuras,
apenas a la luz de una vela…Sólo la sombra arrancada de su piel comparte la
anhelada vigilia, bailando frenéticamente al ritmo que la marca la sinuosa
candela. Embriaga por la fantasmagórica
visión, se deja arrastrar por su delirante embeleso. Allí está, ese cuerpo de ébano, turgente, de
líneas perfectas, cinceladas por dioses, envuelto en oros que invitan a la
desenfrenada y lujuriosa pasión. Se
acerca despacio, con miedo, todo su cuerpo tiembla, y el azorado corazón se
detiene… Sus manos trémulas desnudan con
veneración aquel refulgente cuerpo, lo despojan lentamente de sus brillantes
vestiduras. Una ardiente y desconsolada
boca muerde con vehemente lascivia la cobertura de aquel deseado bombón…
Con este relato, vuelve la prosa rica en imágenes y figuras literarias que te caracteriza. Esta vez intencionadamente sensual para llevarnos de la mano hacia un final sorpresivo aunque, a mi parecer, de doble lectura, de modo que el sentido figurado de ese bombón final, objeto del deseo, cobra importancia para jugar a la ambigüedad. Me encanta!!!
ResponderEliminar¡Qué gozada de relato!!! Con un sorprendente final. Un saludo tu amigo secreto.
ResponderEliminarGenial hasta el final!!! Pero que no te confundan, que tu secreto amigo soy yo.
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