Lo supe nada más leer la carta. Aquella noche se iba a producir, por fin, el
encuentro con la persona con la que hacía mucho tiempo estaba deseando
compartir unas horas de conversación.
Preparé la cena, puse la mesa muy bonita, con velas incluidas, saqué mi
mejor vajilla. Quería que aquella cena
resultara inolvidable para esa persona que había anunciado su visita con
aquella carta. Mi amiga del alma venía
esa noche a cenar conmigo para celebrar su aniversario.
Las mejores galas y la más generosa disposición para recibir a esas amigas del alma, con las que siempre se pasan momentos inolvidables.
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