No podía parar de reír después de haber
leído la carta y ahora no iba a pegar ojo en toda la noche dándole vuelta a la
idea de dejar su soltería después de tantos años de soledad y libertad. Néstor, aquel novio de su juventud, aquel con
quien tanto soñó años atrás, se había cruzado de nuevo en su vida. El joven, guapo y alegre amigo de hacía
muchos años, ahora irrumpía en su camino, después de muchos años de estar viuda. En su carta le pedía matrimonio y le
confesaba estar profunda y locamente enamorado de ella. El sueño se alejaba, más que insomnio le
producía risa la idea.
Al final, ya de madrugada, se durmió y
su último pensamiento fue, no sé, voy a ver qué me dice la almohada.
Ojalá que le diga que sí, pues nunca es tarde para empezar de nuevo. Buen trabajo.
ResponderEliminarOH...La almohada esa si que es una buena consejera. Tu amigo secreto.
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