Se encontraban todos
los lunes a la misma hora para entreverarse con apasionada clitomantría lingual.
Su atracción era parabalónica porque sus andropurias no podían resistirse a sus calónpodos sexuales, y explotaban en enefurantes papalonias que los enloquecían.
Al final, sus
irritados pelandruscos no podían
soportar tanta calandronimia, y
descansaban entrefulcados de tanta trancabarranca papaleónica.
Mientras, afuera, la
vida continuaba ajena a sus reiterativos pingatorios
que tanto los reconfiniaban.
Me atolondró mucho este potorró de muá. Es una delicia descubrir cómo se enfrentan a cada rato, sacando de él, cosas tan buenas y divertidas como esta. Hasta el mismo Cortázar se sentiría orgulloso.
ResponderEliminar¡ Ay que cosas escribes !! pero en el lenguaje del amor todo vale, genial como siempre tu relato, un abrazo.
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