Te encontré
una tarde y en cuanto te vi, supe que íbamos a pasar mucho tiempo unidos. Desde que dormimos juntos, mi vida es más
sosegada; hasta las pesadillas que me despertaban, sobresaltado y agitado, han
desaparecido.
La suavidad
con la que rozas mi cabeza, mi cuello… hace que los pensamientos negativos se
conviertan sólo en eso, pensamientos sin adjetivos.
Tu olor a
limpio, tu moldeable figura vestida con colores pastel, tu capacidad de saber
escuchar sin interrumpir, hace que te confiese cada noche mis sueños, mis
anhelos y mis miedos.
Espero que
esta armonía dura una eternidad, querida almohada.
A los lectores nos encanta ser engañados por el autor. ¡Tú lo has hecho muy bien!
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, nos quedamos pensando que el final iba a se otro y eso fue una de las mejores partes de tu relato ! la sorpresa !. Te felicito.
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