Tengo un
amigo al que admiro muchísimo.
Un día entró
en la peluquería, que por cierto estaba llena de clientes, y nada más verlo, le
pregunté que se iba a hacer, si se pensaba cortar el pelo. Me respondió que sí. Entonces le dije:
–Jorge, como yo tengo mucha gente esperándome,
¿a ti te importa que te atienda mi compañera para que salgas con más rapidez?
-No, prefiero
esperarte, que yo me veo muy bien cuando tu me lo cortas. Además, como te veo hoy muy serena y
relajada, quiero proponerte un negocio, un trato. Que vendas entradas para una cena que estamos
organizando para recaudar fondos para un viaje a Roma. Yo tengo mucha ilusión por ir a ver la
Capilla Sixtina. Mi mujer no tiene
ganas, algo que yo no comparto. No
entiendo como una persona puede no tener ilusión de ver la Capilla Sixtina.
Cuando
escuché aquello, mi admiración por él creció aún más y será siempre
eterna. Él, seguro que como invidente
que es, verá cosas que otros no podemos ni imaginar.
Me gustó mucho este relato. Por la historia que cuenta y además por los recursos narrativos que has utilizado. El título, en principio, no te acerca al desenlace, lo que mantiene el interés del lector, que ve desvelado el eje sobre el gira lo que se nos cuenta, solo al final del relato. Debo añadir además, que la admiración que sientes por este amigo está muchísimo más que justificada.
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