Aquel hermoso ser se creía
supermán. Tenía tiempo para todo; para
las clases de baile, de canto y llevar al grupo. Yo la admiraba, ¡cuánta energía transmitía!. Quien no la conoce, dice que es fuerte, coqueta,
inquieta, despreocupada y algo distante.
Pero, eso no es así. Tiene un
corazón de oro, entre otras cualidades.
Cuando yo la conocí, me cayó de
fábula, tan alegre, riendo, cantando, con una vitalidad envidiable. Un día, hablando con ella junto a otra amiga
en común, me dijo que yo era una endeble, y la dichosa palabrita me cayó mal.
Pero, querida amiga, cambiaron las
tornas. Yo soy ahora la más fuerte y
estoy ahí a cualquier hora. Sé por lo
que estás pasando, pero no te preocupes pues ya hemos salido de unas cuantas
situaciones difíciles.
Por todo esto, querida amiga, tengo
que confesarte algo:
Te quiero y tú lo sabes. Lo que nos queda, lo vamos a superar. Junto a esta amiga con la que te tocó bregar,
triunfaremos, poniéndote buena y juntas seguiremos hacia adelante, siempre.
Preciosa confesión que, sin duda, llenará de consuelo, fuerza y esperanza a esa afortunada amiga tuya, que goza de tu cariño y de tu apoyo.
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