(Relato finalista del Concurso de
Narrativa HERTE 2012)
A Olivia le relajaba escribir a su madre y a sus
hijos antes de ir a trabajar. En una
pequeña y austera habitación de hotel, intentaba que las palabras que les iba a
transmitir resultasen halagüeñas.
Querida
familia:
Me alegra comunicarles que me encuentro bien,
tengo un buen trabajo y estoy ahorrando para que en un futuro no muy lejano
estemos todos juntos. Quiero que no se
preocupen por mi y sean felices. Les quiero
mucho.
Olivia tuvo que hacer esfuerzos por no mojar el
papel con las lágrimas que corrían por sus mejillas. Lentamente se levantó, se puso las medias
negras de rejilla, la minifalda de cuero, la blusa estampada de generoso
escote, se pintó los labios de rojo carmín y salió a la calle.
La noche en la que la luna apenas hizo aparición,
ella no se percató de la sobrecogedora oscuridad. Su pensamiento lo ocupaba una
sola idea, la de ganar dinero suficiente para comprar sellos y poder enviar
aquella carta.
Sobrecogedora historia, nada lejana a muchas realidades, lamentablemente.
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