Solía
odiar el arroz con leche pero algo hizo que aquella tarde empezara a verlo de
manera distinta. Les cuento que estaba
yo sentada en los escalones de la entrada de mi casa y debía tener una imagen
deplorable pues, las lágrimas estaban a punto de aflorar, los calcetines uno
arriba y otro abajo, sin ninguna gana de arreglarlos, el cintillo de mi cabello
de medio lado…¡qué patético!.
A
mis pocos años, me desesperaba que algunas compañeras fueran tan ostentosas. Cada cumpleaños era un martirio. Llevaban sus regalos al colegio, a lucirlos:
a mí me regalaron los zarcillos, a mí la pulsera y a la más pija, el collar y…¡todos!
con mi piedra favorita: Rosa de Francia.
¡Dios Santo!, yo me moría por tener aunque fuese el anillo pero,
caramba, ¿cuántos cumpleaños tendrían que pasar para que me tocara lucir en mi
dedo lo que tanto anhelaba? Y mira que
en las conversaciones familiares, yo siempre introducía alguna puyita al
respecto: ¿saben?, a Patricia para su cumpleaños… bla, bla, bla, a Anabel, no
se imaginan qué le regaló la abuela, a Rosario, su tío le dio un estuche con
adivinen qué… Vaya usted a saber por qué
estas indirectas no surtían efecto alguno.
Así
es que, sumida en estos tenebrosos pensamientos me encontraba, cuando oí unos
tímidos pasos, levanté la cabeza con desgana y allí estaba el vecinito de
enfrente, el que siempre quería llevarme los libros cuando iba al colegio. Tenía una enorme sonrisa en la boca y portaba
en sus manos una bandeja.
-Hola,
amiga, qué casualidad que hoy mi madre ha preparado un dulce y yo quiero que lo
pruebes, como te he visto un poquito triste, esto te vendrá bien. Y tampoco a mí me vendrá mal, tomando en
cuenta que ayer me robaron mi bicicleta y todos me han echado la culpa por
descuidado.
Y
vaya usted a saber qué sucedió, posiblemente el aroma de la canela obró el
milagro o tal vez dos tristezas compartidas se transformaron en dulzura, lo que
recuerdo es que fui al buscar platos y cucharas y entre risas y confidencias
nos comimos toda la fuente de arroz con leche.
Enternecedor relato que nos acerca a esas etapas de la vida en que los grandes problemas de entonces se resolvían de forma tan dulce y simple. Me ha despertado ternura y sonrisas
ResponderEliminarMe gusta mucho este trabajo. Liliana.
ResponderEliminarMe gusta mucho este trabajo. Liliana.
ResponderEliminarQue trabajo tan hermoso y bien logrado. Todos hemos pasado por situaciones semejantes que quedan en el recuerdo como aprendizajes de vida para valorar lo que realmente nos nutre como personas. Gracias por este relato
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