Texto extraído de una conversación
con una mujer maltratada, hoy en día a salvo; vive en una casa protegida.
Está claro que a los hombres, como a
las mujeres nos gusta amarnos, pero cuán diferente lo transmitimos. Dos puntos
de vista distintos, porque aunque queramos equipararnos no somos iguales ante
ninguna circunstancia. Me gusta sentirme distinta de ellos.
El hombre, ese ser maravilloso que
parido y educado por una mujer, tiene una responsabilidad distinta, aunque con
tanta igualdad ya no se aprecia la diferencia. La mujer, ese ser increíble con
tantas posibilidades, puede ser madre a la vez que padre, sin desmerecer el
papel que ejerce el hombre dentro de la paternidad. Ambos estamos capacitados
para lo que hemos sido creados, profesionalmente hablando, porque
afortunadamente físicamente somos totalmente distintos y si nos empeñamos,
somos capaces unos y otras, de hacer cualquier labor o tarea.
Mi corta experiencia me señala que
al sexo masculino en lo más profundo de su ser, a las endiosadas, me refiero a
las mujeres que algunos de ellos creen que están por encima, si pudieran las
matarían, de hecho, el mayor índice de mortalidad por malos tratos, se debe a
que de mujer manipulada pasa a ser Diosa, y esto, siempre habrá alguno que no
lo puede resistir.
“No puedo tenerte, por lo tanto TE
ANULO o TE MATO”
Efectivamente, hay hombres que no aman a las diosas, pero por fortuna son una minoría rastrera y despreciable. El resto, inmenso y maravilloso, está formado por hombres que, de igual a igual, son estupendos compañeros de este viaje que es la vida.
ResponderEliminar