Si
no fuera porque vamos a un largo viaje cuyo destino sabemos y sin embargo nos es
difícil prever el regreso –ni en tiempo, ni en forma –quizá, organizaríamos una
fiesta de bienvenida para nuestros primos, que regresan después de muchos años,
a establecerse por estas tierras. Estas
tierras donde nacieron y que un día les vieron partir cuando todavía sus
cabellos brillaban como el azabache.
Encarnación,
aunque nosotros no podamos hacerlo, sé que tú los vas a agasajar igual o mejor
que yo misma, por lo que –eso sí –no te olvides de hacer muchas fotos y algún
reportaje de vídeo, porque como sabes, puede que mi regreso se demore.
Envíame
a la dirección que te he dejado todas las fotos que hagas. Cuando mi hija regrese, me gustaría mucho que
todo estuviera bien, que la recibas sin amarguras, ni tristezas, ni
recriminaciones, pero sobre todo sin preguntas.
Este relato es tremendamente enigmático por lo que es fácil adivinar que hay mucha historia guardada en lo que no se cuenta. Quien lee abre muchos interrogantes que quedan sin resolver al final del relato. Uno puede quedarse, entonces, con la lectura entre líneas siguiendo el juego de la ambigüedad …, corriendo el riesgo de perder la verdadera intención de quien escribe.
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