(Jugando con Monterroso)
EL REGALO
No le gustaba. Ya se lo había dicho a su madre.
-El regalo de la yaya me parece feísimo. Yo le tengo miedo. Nunca había visto un juguete como este.
Él prefería jugar con Epi y Blas y encima aprendía. Ya sabía los números, el abecedario y además, tenían unos colores preciosos, muy alegres. Esa noche se durmió pensando en eso.
Cuando se despertó, todavía el dinosaurio estaba allí y ya no se contuvo:
-¡No lo quiero! ¡No lo quiero! No quiero ese dinosaurio.
Un relato redondo, muy divertido, fresco y alegre y con tu sello personal. Muy bien, Clotilde
ResponderEliminarGenial esta forma de no querer al dinosaurio.......pobre..
ResponderEliminarUn niño que sabe lo que quiere, para él sus amigos Epi y Blas son mas importantes.
ResponderEliminarRealato corto y bien corto, pero que dice un monton de cosas.
Besitos.
Hay personas que regalan cosas espantosa. Pero la narrativa te ha quedado muy
ResponderEliminargraciosa. Dolores de FLORES DEL TEIDE.