Hay quién dedica toda su vida a llevar un control de lo que ocurre y para ello, recopila todo tipo de documentos, fotos,
recuerdos de bautizos, bodas, comuniones, óbitos…incluso datos de las enfermedades, de las alegrías y las penalidades que
ocurren a su alrededor…, o de cuando uno de sus hijos se sacó el carnet, o el
día que nació su primer nieto. De hecho, es tan enriquecedor este Libro de
Familia, que todos hemos recurrido alguna vez a él para consultar alguna que
otra duda. En mi familia, el creador de esta
obra literaria fue mi padre.
Recuerdo cuando uno de mis hijos necesitó una fecha:
la de su bautizo. Sinceramente ni yo
la recordaba y… allí estaba. En otra ocasión,
dio fin a un debate familiar, de
esos en los que, por cualquier motivo, se convierten en discusión. Fue el día
en que debatíamos sobra la fecha en la que el equipo titular de nuestra isla había
subido a primera división. Pues eso también estaba allí, bien documentado.
Esa costumbre, una vez mi padre se hubo ido de esta
vida, nadie en la familia se ocupó de seguir.
Esta es la historia de un cronista que, como buen recopilador de datos, fechas, acontecimientos, ires y venires de la existencia, almacenaba vida en un libro especial llamado memoria. Me enternece, me emociona; por muchas razones. Sobre todo, porque me pone de frente al recuerdo de mi padre aunque él sólo inventariara sueños. Unas dulces lágrimas y un amoroso recuerdo, eso ha conseguido tu relato, que no es poco…, Lali.
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