Inconscientes o ignorantes,
no se percataron del terreno árido y tosco que pisaban; penoso para mantener
una sólida estructura, pero la emoción del momento y la mezcla de los
acontecimientos que se avecinaban les nublo el entendimiento. Ni él ni ella, y
mucho menos la advertencia de los más allegados, hizo que dieran un paso atrás
para desistir de la nueva etapa en común que los dos estaban a punto de
emprender.
Era un plan arriesgado.
Lo primero fue montar la inmensa carpa
azul. Espectacular nombre en la entrada, “GRAN CIRCO CRUZ”, donde el cartel luminoso destacaba ser una empresa familiar. Pero,
olvidaron los “pequeños detalles”: el
respeto, la confianza, la lealtad…y sobre todo, amor mutuo, para que esa
sociedad obtuviera buenos frutos.
El gran circo efectivamente fue haciendo mella,
no aguantó pequeños vientos ni ventiscas más fuertes, y ese entoldado, colocado
de mala manera, no les protegió. Fue
desinflándose hasta caer en picado, llevando el circo a la ruina.
Ella, cansada de formar parte de esa familia
circense, de ser acróbata- trapecista, payasa, de recibir tanta patada en el culo, abandonó la
empresa.
Se arriesgó y salió mal, no hubo arrepentimiento,
sabía del fracaso antes de la caída.
Tu primera entrada en el Blog del Taller ha resultado ser un excelente relato, Rosy. El lenguaje metafórico, cuajado de símbolos, nos dibuja perfectamente la historia infeliz que se esconde detrás de lo aparente. Me ha encantado. Enhorabuena
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