Entró al
libro una noche de abril. Aprovechó que
ya todos dormían y cayó al vacío. A
medida que iba cayendo se hacía pequeñita….
Cuando llegó al suelo, observó un conejo que iba corriendo hacia ella,
agitando unos papeles con cara de energúmeno.
Azucena echó a correr, presa del pánico, y se escondió en el tronco de un
árbol. Desde allí, empezó a descubrir un
mundo extraño, mágico y diferente, donde los sueños se hacían realidad: tocaba
una flor y ésta se abría, alargaba su mano y cogía un fruto del árbol del pan;
todo era sencillo y apacible. Sus
compañeros eran el suave viento, las hadas, los gnomos del bosque…
¡Azucenaaaa! ¡Qué no le pago para que duerma en el trabajo…! ¡Dios mío, qué despertar más brusco!. El jefe la miraba furibundo, agitando unos
papeles en la mano…
Un encantador viaje al País de las Maravillas, al de los sueños y la imaginación, hasta que… ¡la realidad se impone con todo su peso! Muy bueno.
ResponderEliminar