Una noche, sentí ganas de orinar. Tenía que salir fuera de la habitación para
ir al baño pero, me daba miedo. Yo me
tapaba con las sábanas a ver si se me quitaban las ganas pero, nada.
-Mamá, tengo ganas de orinar –decía yo en voz baja
pero, mi madre no contestaba porque no me oía.
Creo que al estar tan tapada, mi voz no salía.
Entonces, le grite a mi hermana que dormía en una
cama junto a la mía y fue tan grande el susto que le di con mis gritos que se
enfadó conmigo y no me quiso acompañar.
Yo me puse a llorar, claro. Y con
todo aquel jaleo, mi madre se levantó y entró en nuestro cuarto.
-¿Qué pasa, qué es todo este ruido? –nos preguntó.
-Que me estoy orinando y mi hermana no me quiere
acompañar al baño…a mi me da mucho miedo ir sola
-Mi amor, no tengas miedo – me dijo mi madre,
consolándome dulcemente – yo voy contigo y verás que no pasa nada. El miedo se lo hace uno mismo…
-Es que mi hermana dice que hay monstruos que nos
cogen por los pies, nos llevan a un
cuarto oscuro y no nos dejan salir nunca más ¿y si no te vuelvo a ver, mamá? ¡me muero de tristeza!, por eso no quiero ir.
-Claro que sí, mi amor, aquí en casa no te pasará
nada y afuera en la calle hay que tener cuidado pero nunca tener miedo. Anda, vamos, que te acompaño al baño…
-Te quiero mucho, mamá.
Voz narrativa infantil verosímil. Historia sin sobresaltos, llana con un final sosegado, igualmente. Tarea bien resuelta.
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