Ese día el mundo amaneció al revés. Al despertar, lo primero que vi fue el mapa de la tierra que tenía frente a mi, dado la vuelta. Al levantarme con la intención de poner los pies en el suelo para acercarme al cuadro y comprobar que mis compañeras de piso no me habían gastado una broma, fue mi cabeza la que se deslizó y… empecé a andar con ella. ¡Estaba caminando con la cabeza!. Me pellizqué para comprobar que no estuviera soñando pero, el grito de dolor que di, me confirmó que estaba muy despierta y que lo que estaba sucediendo era real.
Dando vueltas por la habitación sin control, vi como entraba al dormitorio mi perra Keisy. Venía con el arnés y la correa que yo le pongo para salir a pasear… con la intención de colocármelos: ¡yo era ahora su mascota!. Keisy me repetía lo mismo que yo siempre le decía por las mañanas.
-Vamos a
sacarte rapidito que se me hace tarde, me tengo que ir a trabajar.
Cuando
pasamos por el salón, descubrí al gato dentro de ella y el pez lo olfateaba a
través del cristal. ¡El mundo se había vuelto loco!
Oí un
murmullo… y era la televisión. Corrí a
ver si oía alguna noticia que me esclareciera lo que estaba pasando. Estaban dando el telediario pero los
presentadores no eran humanos, ¡eran loros!, estaban hablando del rey del nuevo
mundo: ¡era un cerdito!. Su discurso
hacía referencia al ahorro. Invitaba a
todos los ciudadanos a ahorrar para que la economía resurgiera, al mismo tiempo
que alzaba la clásica hucha que todos conocemos con la abertura en el lomo
pero, no de un cerdo; ¡de un humano! ¡la hucha tenía forma humana!. Cambié de canal y me encuentro con un guacamayo con madera de líder,
subido a una mesa, exclamando, ante mi absoluta perplejidad, lo siguiente:
“El mundo ha
dado muchas oportunidades a los humanos, pero éstos no se han cansado de hacer
las cosas mal. Han seguido maltratando
al mundo y éste en el arrebato de un enfado mayúsculo, ha dado un giro total con la esperanza de que este mundo al revés
cambie las cosas”
Dado lo mal que camina todo en la actualidad, pareciera que sólo de esta manera cambiarían las cosas, ¿verdad, Ana?
ResponderEliminareste relato me encantó, te felicito Ana.
ResponderEliminarun saludo david.