LO VISIBLE Y LO INVISIBLE
Clara ya tenía setenta años y el rojo seguía siendo su color favorito; no sólo para vestir sino también para darle colorido a sus carnosos labios que hacían juego con la arruga de sus rostros, visibles no por el paso del tiempo, sino por la eterna sonrisa a la que nos tenía acostumbrados. Era la envidia de todos los socios del club donde la veían llegar todos los domingos, cogida de la mano de su marido. Todos admiraban su carácter abierto, su fortaleza, su alegría.
De regreso a casa, y tras el portazo habitual, aparece la otra Clara, la que nadie conocía, la Clara del rostro triste, la Clara débil, la clara del cuerpo tembloroso. Era el momento en que su marido se quitaba el disfraz de marido ejemplar y quedaba al descubierto su verdadera personalidad, la del verdugo.
excelente relato
ResponderEliminarDesgarrador, como todos los maltratos y los delitos derivados del machismo.
ResponderEliminarRaque