CHOCOLATE
de
Nela Cabrera
¿Qué prefiero, pintar o escribir?. Me levanto esta mañana y decido
escribir. Enciendo el ordenador, se me
para, ¡qué asco!. Él también está como
yo.
Lo llevo al técnico.
Señora, lo tiene que dejar y lo miramos.
Vuelvo a casa, desayuno por segunda vez.
Yo quiero bajar de peso, dos kilos por lo menos pero…me da por comer,
¿qué se le va a hacer?
Llaman al teléfono, es mi amiga Carmelita. ¿Cariño, cómo estás?, me pregunta pero, sin
dejarme contestar, empieza: yo fatal,
tengo muchos dolores y encima mi hermana metida en una depresión y no es capaz
de salir de casa, me dice todo eso de carrerilla, sin respirar. Y la perrita
cada vez más vieja, ¿qué voy a hacer si se va?.
No pienses en eso, le digo, pero no me oye o no quiere oírme y…continúa:
ahora tengo que ir a recoger al niño al colegio –el niño es el hijo de su
sobrino que le toca cuidar a ella–; claro, como no tiene hijos –.
Y cuando le iba a contar mis historias, zas! va y me dice
que tiene que dejarme, que se va a comprar.
¿Y yo qué?, ¿quién piensa en mí?, así que me pregunto ¿con quién
descargo yo?, se supone que para eso están las amigas, eso dicen al menos. El caso es que pongo un café y me siento a
ver la tele. Lo tomo despacito pero no
me gusta lo que veo, todo son malas noticias, qué asco de día.
Otra vez el teléfono, es mi prima quien llama. ¿Salimos?, me dice. Pues sí, en la calle por lo menos no
como. La voy a buscar, nos vamos a un
centro comercial, nos tomamos un refresco. De pronto, suena el móvil, tic, tic,
tic, es el sonido que puse al whatsapp del grupo. Los reviso. Todos felicitan a
Leo, es su cumpleaños. Yo también lo
hago pero no en privado, eh!!, no quiero que se haga ilusiones. Él suele mandar mensajes de enamorado al
grupo, pero no sé si van dirigidos a mí porque no pone nombre y cuando hablo de
eso con mis amigas todas coinciden en que no quieren estar con él a solas. ¿No será que Leo está desesperado y lo deja
caer por si alguna tonta resbala y…?
¿Por qué no te gusta?, me pregunta mi prima. Pues no lo sé, es muy atento pero no soporto
ese interés subliminal. A mí me gusta la
gente que es más directa y que no se va por las ramas. Por eso no consigues novio, me dice. La verdad es que tiene razón, pero cuando
miro a los hombres, no veo uno que diga dios lo guarde. Así que aquí estoy,
tomando un café frente al televisor, digiriendo como puedo tantas malas noticias y…
comiendo chocolate, uhm!!, qué rico está
este chocolate.
El segundo premio nos acerca a lo cotidiano, al transcurrir de la existencia de una persona normal y corriente, como cualquiera de nosotros, con un estilo cercano, con un tono rebosante de humor y un título realmente dulce y apetitoso. Su aparente simplicidad esconde los contradictorios vericuetos de nuestra contemporaneidad, ésta cuyos avances tecnológicos nos acerca y nos aleja a un mismo tiempo.
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