SOY UN POBRE GRIS
Soy un pobre gris que a veces piensa. Y en esas raras ocasiones, discurro sobre el porqué de mi color. Creo que el resto de la gama está sobrevalorada. Que si el rosa y amarillos para la primavera, los colores cítricos para el verano, los rojos para la pasión, el gris para lo triste e incluso invisible. ¿Invisible yo? ¡Si soy gris!. Me parece una simplificación absoluta de mi riqueza, mi alcance y plenitud, y de la del resto de mis congéneres. También se puede considerar lo contrario, es decir, una completa negación de la cotidianidad, lo meramente mundano. No se puede resumir la vida y su complejidad a unos cuantos tonos porque, en definitiva, a veces la realidad se niega a los colores.