DESESPERACIÓN
Se dirigía a casa de su hermana Victoria. Hacía dos días que no sabía nada de ella; no le cogía el teléfono y eso era mala señal. Su hermana y sus sobrinos la tenían preocupada. Victoria no estaba bien de salud, tenía depresiones y algo más. Con ese pensamiento llegó a la casa. Buscó la llave, abrió la puerta y vió todo regado por el piso: ropa, medicinas…, un desastre. Casi de inmediato pudo ver como su hermana sangraba en el suelo, con las venas cortadas; se había intentado suicidar. Gritó llamando por su cuñado y los niños. Vió la puerta del balcón abierta y allí estaba él, también herido. Siguió buscando con desesperación a los pequeños. Los encontró en su cuarto. Parecían dormidos sobre sus camas. Con alivio se acercó a ellos, ¡qué horror!... estaban muertos. ¡Dios mío! ¿qué pasó?, gritó horrorizada. Los he matado, contestó la hermana.
Un caso real que nos reafirma en la idea de que a veces la realidad supera la ficción
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