Me ha dado por escribir historias. Empecé casi sin darme cuenta y ahora no puedo parar. Es que esto, créanme, engancha y además... ¡es contagioso!. ¿Saben por qué?, porque escribiendo, escribiendo, uno saca para afuera sentires y emociones; emociones y sentires y de esa forma, a veces, ocurren cosas maravillosas, como aquella que me sucedió una tarde, ya lejana. Les cuento:
Aquel jueves por la tarde, estaba yo jugando con poesías y relatos, cuando una ráfaga de viento se llevó mis palabras. Volaron y volaron, por aquí, por allá, hasta que fueron a caer en medio de un grupo de mujeres extraordinarias. Sí, cayeron mis palabras en tierra fértil; allí en los corazones de todas ellas, mis queridas amigas del Taller Narrando Cada Jueves.
¡Cuánto me han dado desde entonces mis hacedoras de cuentos y de sueños!