lunes, 30 de enero de 2012

MAFALDA Y SUS AMIGOS de Maruca Morales Fernández

MAFALDA Y SUS AMIGOS

Mafalda es una niña que cree en la libertad y en un mundo mejor.  Aficionada a la política, está enamorada de su bola del mundo y de la paz y es gran amiga de sus amigos.  Hija de unos padres maravillosos que han inculcado una gran educación.  Adora la televisión, la radio y su diario íntimo pero odia la sopa que le hace su madre.
Sus amigos son Susanita: una niña a quien le gusta jugar a ser madre.  Felipe, el típico niño al que no le gusta ir al colegio, ni hacer los deberes pero a quien sí le encantan los juegos imaginativos.  Manolito, que es un niño que trabaja con su padre en un supermercado pequeño, ayudando en todo porque su ilusión es convertirse en millonario cuando sea grande.  Miguelito es un niño dócil pero protestón por la obsesión en los quehaceres domésticos de su madre.  Tiene mucha imaginación y siempre busca saber por qué pasan las cosas.
La familia de Mafalda es sencilla y trabajadora.  Su madre es ama de casa y su hermano Guille adora a su mamá y a los cuentos de Mafalda.
Asi es que Mafalda tiene sus buenos amigos y se divierte con ellos.

SOLEDAD, REALIDAD de Esther Morales Fernández

SOLEDAD, REALIDAD



Ella estaba sola aquel fin de semana. Tenía tiempo para observar  con detenimiento a su alrededor. Se dio cuenta de la gran soledad en la que están inmersas las personas.  Las amigas que viven en pareja y sienten el deseo de compartir, la casada aburrida de la monotonía, la presumida que no se pone el traje que lució en una boda hace cinco años, por no repetir, aquella otra que está sola en casa sin nadie con quien compartir, o la que sale solo cuando tiene un compromiso con las amigas.
Para ella, el diálogo permanente con las personas es algo normal en su trabajo de cada día y a través de estas conversaciones, le ha sido fácil darse cuenta de lo solas que están algunas mujeres, de todas las edades pero sobre todo las mayores.  Mujeres de edad avanzada que ya no tienen a nadie a su lado. 
Cree que toda esta reflexión sobre su propia soledad y la de todas aquellas mujeres que conoce, ha nacido de la impresión que le produjo conocer la historia de una anciana que le contaron recientemente.  Aquella mujer se había tomado doble medicación, por error, y estuvo sábado y domingo durmiendo.  No tuvo ningún familiar, ni siquiera hijos que la fueran a despertar.  Y pasó todo el fin de semana, hasta el lunes, sin tomar alimento.  Eso es soledad.

DESESPERACIÓN de Maruca Zamora Acosta.

DESESPERACIÓN

Se dirigía a casa de su hermana Victoria.  Hacía dos días que no sabía nada de ella; no le cogía el teléfono y eso era mala señal.  Su hermana y sus sobrinos la tenían preocupada.  Victoria no estaba bien de salud, tenía depresiones y algo más.  Con ese pensamiento llegó a la casa.  Buscó la llave, abrió la puerta y vió todo regado por el piso: ropa, medicinas…, un desastre.  Casi de inmediato pudo ver como su hermana sangraba en el suelo, con las venas cortadas; se había intentado suicidar.  Gritó llamando por su cuñado y los niños.  Vió la puerta del balcón abierta y allí estaba él, también herido.  Siguió buscando con desesperación a los pequeños.  Los encontró en su cuarto.  Parecían dormidos sobre sus camas.  Con alivio se acercó a ellos, ¡qué horror!... estaban muertos.  ¡Dios mío! ¿qué pasó?, gritó horrorizada.  Los he matado, contestó la hermana.

viernes, 27 de enero de 2012

CUENTOS DE PALACIO de Lilia Martín Abreu

CUENTOS DE PALACIO

En un reino, no muy lejos de aquí, un Rey preparaba la boda de sus dos hijas.  Una se casaba con un apuesto caballero y la otra con un atleta de élite.  Era tanta la alegría del Rey que anunció con bombos y platillos una gran fiesta, invitando a los duendes y hadas de todas las comarcas.
El Rey sufrió un despiste y un duende no fue invitado.  Éste, ofendido, enfureció y repetía una y otra vez:
-          Ese rey no me simpatiza.  Aún recuerdo cuando me dijo, el muy osado: ¿por qué no te callas?
Por venganza, el duende decidió hacerles unos regalos acompañados de un conjuro.  A un matrimonio le obsequió un espejo y al otro, una gallina, diciendo:
-           Disfrute, su majestad, de sus yernos y conviértalos en duques que el nombre les quedará grande y ellos solitos se convertirán en ranas.
Dicho esto, el duende esperó que el tiempo hiciera su trabajo.

El yerno del Rey a quien le tocó el espejo, estaba fascinado y no hacía otra cosa que mirarse en él noche y día; tanto que se convirtió en Narciso, el de la mitología griega que estaba enamorado de su propia imagen.  La pobre infanta, dado que su marido no le cumplió, le pidió a su padre el Rey, el cese temporal de la convivencia. ¡Qué escándalo tan grande fue aquel para el reino!.
El segundo matrimonio estaba encantado con la gallina.  Ésta tenía un don especial: ponía los huevos de oro.  Pero, dentro del yerno del Rey se fue fraguando una profunda avaricia y ya no se conformaba con un huevo diario.  Y no dejaba de pensar que dentro de la gallina estaba la mina. ¿Por qué esperar?.  Entonces tomó la decisión de matar la gallina, en busca de la fuente del oro.
Cuando el rey se enteró, lo desterró del reino y lo mandó a tierras lejanas.
Pero, cuál no sería la sorpresa del yerno del Rey, cuando los jueces lo llamaron a declarar por estar imputado en la muerte de la gallina.  Éste era un animal protegido y la denuncia había sido formulada por la Protectora de animales.  ¡Otro gran escándalo para el Rey! que ya no tenía fuerzas ni para abrir la boca, mucho menos para mandar a callar.

Y colorín colorado, este cuento aún no se ha terminado

miércoles, 18 de enero de 2012

¿DÓNDE ESTUVISTE ANOCHE? de Clotilde Torres

¿DÓNDE ESTUVISTE ANOCHE?

¡Ah! pero... ¿todavía te tengo que dar explicaciones de a dónde voy?.  Sabes que te digo que dejemos la fiesta en paz.  Me voy a duchar y a la cama.  Y... para que lo sepas; vengo del Cuadrilátero.  Lo pasé muy bien con mis amigas.  Allí se habla de cualquier tema.  Oigo a Pedro Guerra y me embeleso con su música.  No hace falta ir a otro sitio; allí tengo de todo y, ¡por si no lo quieres ver con tu poco entendimiento!, estuve con mi amor, mi compañero, el amigo con el que siempre cuento en los momentos más difíciles de mi vida.  Y nada más llegar aquí se me complican las cosas.  Al poner los pies en el zaguán, tropecé con algo.  No habías cerrado la puerta y me encontré con una persona desconocida durmiendo en medio del pasillo.  Apestaba y roncaba.  No le dije nada.  Cerré bien la puerta de la casa y que durmiera allí la mona.  Me dió un poco de tristeza pero, casi a un tiempo, pensé que por lo menos está bajo techo.  Te lo digo para que mañana no te asustes con lo que vas a encontrar en la entrada.  Prepara fregona, agua caliente y desinfectantes.  Y que esto te sirva para que la próxima vez tengas más cuidado con la puerta de la calle y no estés tan pendiente de mi, que soy mayor que tú y tengo mi vida.  ¿Dónde se habrá visto a una hermana mayor ejerciendo de madre?.

lunes, 9 de enero de 2012

ALGUIEN PREGUNTA; ALGUIEN RESPONDE (II)

 Pregunta Isabel Expósito,  Responde Angélica Camerino


¿SABRÁS DETENER EL TIEMPO?

No, es difícil detener algo que está en ti. Soy tiempo y a la vez te contengo. ¿Cómo te detengo?







ALGUIEN PREGUNTA; ALGUIEN RESPONDE

Pregunta Begoña Fleitas,  Responde  Angélica Camerino


 ¿QUÉ  PRIMAVERA ME DEPARARÁ LA VIDA TRAS ESTE LARGO INVIERNO?


Te depara una primavera larga, fría y sin abrigos;  una primavera solitaria  y un poco errante:  no se pueden regar flores con veneno y, aún así, esperar que crezcan.




SOY de David Brito



SOY 
Soy el amor en la fría noche
y la caricia tierna de tus sentimientos congelados. 
Soy el peso de tu estanque de hielo
y el copo de fuego de tus paisajes de invierno.
Soy el calor que te empeñas en enfriar
y soy la llama que nunca enciendes. 
Soy el beso que no besas
y soy el frío en la noche del amor.

ZAPATOS ROJOS de Maruca Zamora




ZAPATOS ROJOS 


Soy un par de zapatos rojos con un pasado negro.  Regresé al barrio después de un  tiempo de ausencia.  Me introduje en aquellas calles que tan bien conocía, de forma escurridiza, tratando de que nadie recordara mi color rojo.  Me había visto envuelto en un asunto de drogas y necesitaba constatar si me habían identificado, si alguien conocía que yo estuve en medio de aquel escándalo, si en el barrio sospechaban de mi pasado oscuro.  Para mi alivio, todo parecía estar en calma, hasta que… caí en manos de aquel maldito zapatero.  Tuve que encargarme de él.

80 GRAMOS DE AZÚCAR GLAS de Fernando Martín Clemente

80 GRAMOS DE AZÚCAR GLAS 


Aquel día nos reuníamos en un paraje natural.  La familia al completo esperaba a que llegáramos para disfrutar del almuerzo. Nosotros íbamos en moto y nos vimos obligados a parar a cada rato porque el motor se recalentaba mucho con las subidas.  Las llamadas al teléfono móvil se sucedían incansablemente; él mío, el de ella, casi parecían echar más humo que el propio motor. Cuando llegamos y después de las pertinentes explicaciones, almorzamos entre risas, anécdotas y tomaduras de pelo.  Más tarde, mientras los niños jugaban en los columpios o escondiéndose entre los árboles del lugar, el resto de la familia tomaba café, disfrutando de la mutua compañía.  En aquel momento ignorábamos como se portaría el motor en el viaje de vuelta pero no nos importaba; estábamos instalados en el delicioso sabor de una tarta de chocolate: esos 80 gramos de azúcar glas que a veces la vida nos da.